Capítulo 9
Hoy tiembla la tierra. Una pala gigante me levanta en el aire y me lanza en un contenedor. He
perdido de vista lo poco que quedaba de mí. Al cíclope tampoco lo he vuelto a
ver. Una vibración constante me enloquece hasta que comenzamos a ponernos en
movimiento….yo, y parte de la playa en la que apenas había logrado cierta
estabilidad. Un moreno fuerte de olor
peculiar maneja el vehículo en el que
estoy, mientras canta canciones
populacheras de las emisoras a.m. con las que me solía levantar. Me busco en mi
proyección y no me encuentro. Es como si replegaran la pantalla y ya no hubiese
superficie en la que plasmarme. Rodamos kilómetros de canciones de abandono,
tortura y amor, entre constantes saltos, acelerones y paradas. El conductor se
detuvo por unas cervezas, dejándome bajo el implacable sol, con la
desesperación de que pronto iniciase nuevamente su camino y algo de aire
refrescara mi conciencia. Se detuvo unas dos veces más antes de finalmente presionar
un botón que me expondría a uno de mis mayores temores: hallarme bajo tierra.
Preso de locura y ansiedad, logré distinguir dónde me encontraba: una explanada inmensa,
llena de arena y camiones completaba mi nuevo paisaje. Nunca me habían gustado
los cambios, y este me aterrorizaba. La duda y la incertidumbre me acechaban
nuevamente, pero esta vez mi destino no
estaría en mis manos.
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